jueves, 30 de junio de 2016

¿Cuál es la apuesta del Museo de las Artes (MUSA)?


Desde su apertura El Museo de las Artes (Musa) apostó por dedicar una sala permanente a los artistas locales con trayectoria una decisión que otros museos de la Ciudad no habían hecho, además le ha dado realce al trabajo pictórico. El año pasado presentó obra de la artista surrealista Remedios Varo, teniendo un número considerable de visitantes.

Actualmente se encuentra la exposición “Los modernos”, en la que resalta el trabajo de Pablo Picasso, Diego Rivera, Francis Bacon, Henri Matisse y José Clemente Orozco. Durante su presentación se mencionó que esta exposición no se ha realizado en nuestro País fuera de la ciudad capital y que abonará al desarrollo cultural de la metrópoli.

En otras de sus salas expone “Arte+ Política + Medio Ambiente” usando como recursos el video, fotografía, instalación y performance. ¿Cuáles son los criterios de selección del Musa? En una pared con recortes de periódicos, videos, piezas de rompecabezas y botes de láminas intentan persuadir a los visitantes a que reflexionen sobre el cambio climático y las revoluciones sociopolíticas. Ahora resulta que el Arte Contemporáneo intenta sumergirse y dar explicaciones a los problemas sociales.

Los museos tienen funciones básicas una de ellas es científica; que se refiere al desarrollo de investigación, pedagógica que tiene que ver con difusión del arte y una de las más importantes es estética; encaminada a formar gustos. Olvidan que son formadores de públicos y deben tener un criterio, definir sus salas (colores, dimensiones, montaje, etc.). Replantear qué van exponer y le van presentar a sus asistentes no sólo deben mostrar lo que está de moda, sino definir qué quieren transmitir por medio de un estilo y criterios de selección.

Facebook: Ada Lorena Periodista

jueves, 23 de junio de 2016

El mercado del arte


"Aparte de las drogas, el arte es el mercado más grande y menos reglamentado del mundo”, menciona el crítico y escritor de arte Robert Hughes  en su documental “La maldición de la Mona Lisa” (2009). Entonces ¿quién le pone precio?  El arte es el único mercado que tiene un estatus especial: un valor simbólico y un valor de mercado.

Las obras de los grandes maestros (Old Masters) tienen un precio por su importancia histórica y el contexto social que transmitían de la época, no se sometían a que el golpe de un martillo designara su valor. Aquí nace la pregunta ¿Por qué una obra nueva, de un artista contemporáneo, adquiere un significado tal que justifique su exagerado precio? Este tipo de pseudoarte no tiene un valor simbólico sólido que no pueda ser traducido en dólares, euros o pesos, es decir, en dinero.

Pongamos de ejemplo la obra “Das Kapital”, ladrillos y libro adquirida en la reciente Colección Pueblo de Jalisco con un costo de 650 mil pesos,  ¿qué valor simbólico justifica este precio? Para crear un sentido que justifique el valor de mercado, se pone en marcha toda una construcción de agentes dedicados al arte: galeristas, “marchands”, asesores, casas de subastas, coleccionistas, investigadores, medios de comunicación e incluso a los propios artistas, quienes hacen que una obra haga valer un precio determinado.

La idea es hacerle creer, a los coleccionistas y compradores, que adquirieron lo más nuevo —lo que buscan todos y lo mejor del mundo— pero aún ponen al artista de moda como si también fuera una mercancía. Esta sobrevaloración afecta su quehacer artístico. Se ha llegado a tal punto que el arte ya no es valorado por su perspectiva crítica, sino por su precio.

Facebook: Ada Lorena Periodista

¿Cómo saber el precio de una pieza de arte?


Existen diversos factores que influyen en el valor de una obra. Uno de los más importantes es ver que la obra esté firmada ¿Quién es el autor? ¿Es conocido por la crítica especializada? ¿Tiene colecciones públicas y privadas o exposiciones a nivel nacional e internacional?, otro dato importante es el año en que se realizó.

El cuadro puede tener un valor por pertenecer a algún movimiento artístico o un periodo específico, ejemplo de ello es la obra del pintor italiano Giorgione (1478-1510) y que se sabe muy poco de este artista de quien sólo cinco obras se le atribuyen con certeza. Perteneció a la época del alto renacimiento y esto ha hecho que su obra sea cotizada.

La obra que se piense adquirir tiene que tener un certificado de autenticidad que sirve para confirmar su valor como obra original cuando se requiera vender, asegurar, donar o deducir de impuestos, y debe de incluir descripción de la obra con detalles específicos: firma del artista, año y fecha de creación del certificado. Otro punto es investigar por cuánto se han vendido obras similares.

Existe la idea de que comprar arte es una inversión segura y que cualquier pieza con el tiempo aumentará de valor, lo cual es una mentira, si el artista no es considerado relevante dentro de los criterios de la historia del arte o no es conocido el movimiento al que pertenece, su precio no habrá aumentado a menos que se trate de una antigüedad que se valore por sus años y el estado en el que se encuentra.

Lo mencionado aquí se puede aplicar a la pieza “Chalupa roja” de la Colección Pueblo de Jalisco, adquirida en $348 mil pesos. Es esencial la opinión de un crítico de arte para la adquisición de una pieza o una colección. Una obra de arte no puede justificar su valor si no se hace un análisis conciso de sus características.



Facebook: Ada Lorena Periodista

Medio siglo de foto periodística en Jalisco

Dos historias tras la lente nos relatan los inicios de la fotografía en nuestra ciudad


Foto: Al centro Don Jorge Álvarez del Castillo, derecha: Rudy Rosales, la señorita Luz Orozco que fundó sociales y al lado izquierdo Guillermo Guzmán.

No tuvieron cuenta de Facebook. Les tocó la época de los Beatles y los Roling Stones. Conocieron a las actrices Liz Taylor y a María Félix. Les tocó ver derrumbarse a la hermosa Guadalajara por una más moderna, deambularon por sus calles, asistieron a los eventos de la sociedad tapatía, fueron testigos de accidentes y hasta conocieron al actor Pedro Infante en el Café París de la Calzada. Sus cámaras ya son obsoletas en el mundo digital, pero sus imágenes vistieron a uno de los diarios de mayor importancia de la ciudad de Guadalajara, además de que dieron pie a un oficio que aún perdura cumpliendo con su cometido: el de informar.

Algunas de las primeras imágenes fotográficas en la prensa tapatía aparecieron en La Gaceta de Jalisco en 1911. Poco a poco, los personajes políticos locales empezaron a figurar en las portadas de los diarios, sin embargo, no fue hasta 1949 cuando El Informador contrata a Rodolfo Ernesto Rosales (1926-2014), quien fue el primer fotógrafo de planta en el periodismo jalisciense.



“Rudy” Rosales a quien todos llamaban simplemente “Rudy” nació en los Ángeles, California en 1926. Aprendió fotografía con su hermano. Cuando cumplió 15 años cambió su residencia a Guadalajara y trabajó como retratista en las plazas del centro tapatío en un negocio familiar llamado Foto Uval.

En entrevista, comentó sobre su entrada al diario más antiguo de la ciudad: “Estaba tomando fotos en el campo de Oro por la calle de San Rafael, que fungía en ese tiempo como el estadio de la ciudad y vi un señor con una cámara me arrimé dijo: ‘yo soy fotógrafo de El Informador cubro deportes, pero como ya me voy a recibir de médico ya no tomaré más fotos”. De ese encuentro nació una larga amistad con Fernando Cortés de la Peña, entonces fotógrafo freelance y fue quien lo inició en la fotografía y lo puso en contacto con Don Jesús Álvarez del Castillo, fundador de ese diario.

Guillermo Guzmán, mejor conocido como Don Memo, es 10 años menor que “Rudy”, actualmente tiene 78 años. Comenzó a trabajar en  El Informador a los 15 años por recomendación de la cocinera de los Álvarez del Castillo. Su primera chamba fue como ayudante en el área de publicidad en donde conoció a “Rudy”. En una ocasión que tuvo un rato libre, “Rudy” le pidió ayuda para revelar la película en el cuarto oscuro. De esa primera vez le impactó el proceso de revelado en las tinas.

Una de sus primeras experiencias fue con Elías González Chávez, constructor de la presa Calderón para la Comisión de Luz: “No me creía que le tomaríamos nosotros las fotos, recuerdo que nos dijo: ‘¡Usted me va a tomar las fotos! Nomás salgo mal y no sé qué va a pasar porque los mato’, claro, lo dijo de broma”, mencionó Don Memo. También como maestro a Fernando Zuluaga, pintor y dibujante del mencionado diario.

En esos años, el oficio no era sencillo. Lo voluminoso de las cámaras dificultaba su labor a la hora de disparar el flash, y el desprendimiento de luz hacía que las personas se molestaran, ya que el flash era “una antorcha de cuatro pilas”, según contó Don Memo, porque dentro del flash había alambres con pólvora que se inflaban al hacer contacto con el disparador y hacía un desprendimiento de luz incandescente que  provocaba ardor en la piel del fotografiado.

Guadalajara no contaba con escuelas de enseñanza fotográfica: “No había dónde aprender, no había escuelas como hoy en día”, comentó “Rudy”. La única opción que tenía un aspirante a fotógrafo eran los estudios fotográficos; aprendían técnicas de retrato sin salir de su espacio que se limitaba a cuatro paredes y uno o varios personajes.



El discreto encanto de la foto tapatía

Las primeras fotografías que salieron publicadas en el diario se tomaron por encargo, según Guillermo Guzmán —segundo fotógrafo contratado—: “’El informador’ tenía fotógrafos, como les dicen, el freelancer le compraban la foto a uno, otro acá, pero no había de fijo”. También relató que entrando en la década de los 50, había gente que se dedicaba a vender sus fotografías al diario.
Por esos tiempos Don Gabriel Ibarra Gómez era el fotógrafo historiador de la ciudad, ya que trabajaba en el Gobierno del Estado. Él también se dedicaba a vender las fotos que tomaba del centro histórico. Cada fotografía por encargo se pagaba alrededor de 10 pesos.



ESTILOS Y DESCARTADOS

El pago de las fotografías se realizaba según el estilo fotográfico, si sacaban los eventos sociales había que pagarlos, entre más grande era la foto mayor era el costo. Desde aquel tiempo ya se comenzaba a dar espacio a los mensajes publicitarios. Las primeras fotografías de prensa se enfocaban en el género deportivo: futbol, béisbol y fiesta taurina, después se orientó a los eventos  sociales: fiestas privadas y reuniones sociales.

No toda la gente podía aparecer publicada en el periódico, comentó Rudy: “Había gente que no se podía publicar, que uno no sabía, tomaba esa foto y la pasaba, no se daban cuenta y la publicaban, y me reclamaban: ‘por qué sacaste a fulano’ ”. Don Memo comentó que existía una lista negra con nombres de importantes empresarios, banqueros y políticos de la región, en ese tiempo publicar malas conductas o incumplimientos del gobierno era difícil de señalar. Muchas veces se entregaban fotografías donde aparecían personajes de la lista negra, el editor de fotografía recortaba aquella toma.

AL LLAMADO DE LA NOTICIA

También se cubrían accidentes como el que recuerda Rudy: “Andábamos Guillermo y yo de parranda y llegamos a un lugar que se llamaba Café París ahí fue donde vimos a Pedro Infante, no era muy alto, pero a las mujeres les gustaba, estando en ese lugar nos dijeron que se había caído un avión por Tlajomulco, inmediatamente nos fuimos a cubrir ese evento”. Para Don Memo, ese evento fue uno de los que más le impactó.
“Fue un accidente único. Llegamos al pueblo y de ahí a subir el cerro, con tierra mojada, resbalosa y con los equipos fotográficos que eran bien pesados en ese tiempo. Vimos cuerpos quemados y desmembrados”.



DEL BLANCO Y NEGRO A LO DIGITAL
El desarrollo de la ciudad y el crecimiento de la población tapatía dieron origen al nacimiento de nuevos diarios en la ciudad de Guadalajara. Estos diarios debutaron con formatos modernos. Los diarios con formato a color parecían más novedosos que los de blanco y negro, a pesar de esto el diario “El Informador” siguió conservándose en su formato original de blanco y negro.

Sin duda, el cambio de fotografía blanco y negro a color no fue fácil para los fotógrafos de prensa, ya que tuvieron que aprender técnicas nuevas de revelado y por lo tanto cambiaron de película fotográfica y de químicos para el laboratorio.

El equipo que utilizaban para desempeñar su labor fueron cámaras marca Nikon 35mm de formato pequeño, Mamiya, Pentax 35 mm, y Hasselblad, todas con formato de rollo, sólo la Mamiya la utilizaban para realizar transparencias. Todas ellas, propiedad del diario. Eran equipos muy pesados, y en el caso de la Mamiya y de la cámara Hasselblad su formato era voluminoso.

Las cámaras digitales remplazaron a las de rollo, el laboratorio fotográfico fue sustituido por la computadora, lo que al parecer a Rudy le facilitó su labor: “Ahora con la facilidad de las cámaras digitales es una maravilla, haces tú corte, le das la que tú quieras, pasamos las fotos, de ahí le ponemos el pie”. Para Don Memo, con el arribo de las cámaras digitales la fotografía ha perdido su esencia: “Antes, tenías que dominar la abertura, la velocidad y el ISO de la película, ahora cualquier persona agarra una cámara y listo.

La cámara fue para estos dos grandes emprendedores su compañera y testigo por casi siete décadas. Los hechos ahora son muestra de un oficio que ha perdurado y de cómo una labor que va desde fotografiar fiestas sociales de la clase alta de aquella época, captar goles, triunfos, risas, bodas, hasta ser testigo de la catástrofe y del dolor ajeno, va sobreviviendo a los riesgos cumpliendo con su cometido: el de informar.
FACEBOOK: Ada Lorena Periodista 

miércoles, 22 de junio de 2016

El legado de Marcel Duchamp

El crítico de arte Donal Kuspit cataloga a Marcel Duchamp como un envidioso del óleo entremezclado con una especie de poeta simbolista e irónico, de sus readymades opina que son símbolos que no dicen nada y que su inteligencia la utilizó para sugerir que es absurdo y estúpido en el arte. Duchamp nació en Francia en 1887. En su época exaltó el valor del arte fugaz sin necesidad de una formación en las disciplinas del arte, la preparación no fue necesaria para él, mucho menos el talento. Poco a poco sus ideas comenzaron a propagarse y fue consiguiendo seguidores.

En 1913 en los Estados Unidos se presentó la exposición de Arte Moderno Armory Show, acentuada por La Gran Depresión y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, uno de los principales exponentes que se presentaron fue Marcel Ducham, que llegó para quedarse, los museos le abrieron las puertas y su obra comenzó a cotizarse.

Hoy en día las calles de diversas ciudades en todo el mundo se puede ver el “arte readymade”, ejemplo de ello, The High Line de Nueva York, una propuesta de andador verde sobre una vías de tren en desuso. Al caminar por sus verdes pasillos desentona con el paisaje encontrar el trabajo del inglés Mike Nelson, una bolsa para dormir (slepping) de color rojo, llena de materiales para construcción: pisos de baño, cemento y clavos.

¿Cuánto tiempo le habrá llevado desarrollar el proceso creativo de su antiarte? Será que hemos llegado ya al final del arte, o se tendrá que seguir los pasos del creador de las instalaciones Alam Kaprow , quien escribió: “Hubo un tiempo en que la tarea del artista consistía en hacer un buen arte; ahora consiste en evitar hacer arte de cualquier clase. Hubo un tiempo en que al público y a los críticos había que enseñarles cosas; ahora ellos están llenos de autoridad y los artistas llenos de dudas”.

Facebook: Ada Lorena Periodista

¿Cómo saber el precio de una pieza de arte?


Existen diversos factores que influyen en el valor de una obra. Uno de los más importantes es ver que la obra esté firmada ¿Quién es el autor? ¿Es conocido por la crítica especializada? ¿Tiene colecciones públicas y privadas o exposiciones a nivel nacional e internacional?, otro dato importante es el año en que se realizó.

El cuadro puede tener un valor por pertenecer a algún movimiento artístico o un periodo específico, ejemplo de ello es la obra del pintor italiano Giorgione (1478-1510) y que se sabe muy poco de este artista de quien sólo cinco obras se le atribuyen con certeza. Perteneció a la época del alto renacimiento y esto ha hecho que su obra sea cotizada.

La obra que se piense adquirir tiene que tener un certificado de autenticidad que sirve para confirmar su valor como obra original cuando se requiera vender, asegurar, donar o deducir de impuestos, y debe de incluir descripción de la obra con detalles específicos: firma del artista, año y fecha de creación del certificado. Otro punto es investigar por cuánto se han vendido obras similares.

Existe la idea de que comprar arte es una inversión segura y que cualquier pieza con el tiempo aumentará de valor, lo cual es una mentira, si el artista no es considerado relevante dentro de los criterios de la historia del arte o no es conocido el movimiento al que pertenece, su precio no habrá aumentado a menos que se trate de una antigüedad que se valore por sus años y el estado en el que se encuentra.

Lo mencionado aquí se puede aplicar a la pieza “Chalupa roja” de la Colección Pueblo de Jalisco, adquirida en $348 mil pesos. Es esencial la opinión de un crítico de arte para la adquisición de una pieza o una colección. Una obra de arte no puede justificar su valor si no se hace un análisis conciso de sus características.



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